Miguel de Cervantes y Saavedra
(Alcalá de Henares, 1547- Madrid, 1616).

Biografía

Miguel de Cervantes y Saavedra
(Alcalá de Henares, 1547- Madrid, 1616).

Linaje de Cervantes
El linaje de los Cervantes se remonta al siglo XI durante el reinado de Alfonso VII, cuando Alfonso Nuño se distinguió en la lucha contra los moros, en campañas tan efectivas como fueran las del Cid Campeador cincuenta años antes, durante el reinado de Alfonso VI.

En recompensa por sus esfuerzos y triunfos, el Rey Alfonso VII concedió a Alfonso Nuño la alcaldía de Toledo y extensos terrenos alrededor de dicha ciudad, en uno de estos terrenos, a unas dos leguas (10 Km.), construyó un castillo que llamó «Cervatos», ya que era descendiente directo de la cuna de «Cervatos» en el norte de Castilla la Vieja, bordeando con León y Asturias.

Obra

Miguel de Cervantes vive en los años de mayor fecundidad y plenitud de todos los géneros literarios. Nace en el Renacimiento, pero muere cuando las formas renacentistas ya habían evolucionado, apuntando al barroco, desde un humanismo universal y paganizante hacia un sentido nacional y católico. La producción de su obra se reparte entre los últimos tres lustros del s. XVI y los tres primeros del XVII. Esto le permite absorber y armonizar corrientes opuestas, fundiendo épocas que a la vez se contraponen y complementan. Así su gran obra, el Quijote , es una feliz síntesis de ideas, tendencias, géneros, sensibilidades, problemas y conceptos del mundo.

Comparadas con Cervantes, las grandes creaciones de los Siglos de Oro parecen limitadas o fragmentarias: la novela picaresca está limitada por un marco cerradamente realista, la sentimental novela pastoril ignora las asperezas de la realidad, la quimera caballeresca ignora lo cotidiano, la sátira inconformista niega el perdón de las miserias y debilidades. Sólo Cervantes reúne todos estos aspectos armonizando lo cotidiano y lo quimérico.

Repercusión

Los ideales del Renacimiento y el Humanismo italianos, forjados entre los siglos XIV y XV aunque contase con bases anteriores, pronto calaron en el conjunto de la Europa culta. En este sentido, España fue una de las primeras naciones “afectadas” debido a las constantes relaciones mantenidas entre las repúblicas de Italia y los reinos de Aragón y Castilla desde tiempos pretéritos, sobre todo a raíz de la dominación siciliana por parte de la dinastía aragonesa desde el 1282, año en el que Pedro III el Grande fue proclamado rey de Sicilia. A pesar de estos contactos permanentes, intensificados en la primera mitad del siglo XV bajo el reinado de Alfonso V el Magnánimo, en Nápoles, se ha discutido e incluso negado la verdadera existencia de un Renacimiento en España. La razón fundamental de tal suposición, como han sostenido algunos estudiosos (William Prescott, Hipólito Taine, Jacob Burckhardt o Víctor Klemperer) ha sido la ya tópica peculiaridad hispánica (“España es diferente”) y su modo de recepción de la influencia de las ideas procedentes de Italia.

Se ha argumentado que España no rompió con su pasado medieval y que realizó una singular simbiosis entre ambas tendencias; a esto se añade que, una vez transcurrido el período correspondiente al reinado de Carlos I, la dirección tomada por el pensamiento y la cultura hispánica, lejos de una paganización de la existencia al modo renacentista, corrieron parejos de una fuerte orientación religiosa y una severa moralidad, todo ello bajo el reinado de Felipe II.